Dos tetas

planzeta

La verdad es que la pelirroja tiene un tipazo. Ni rastro de grasa en todo el cuerpo, un bronceado integral bien estudiado y una delantera de las que generan cabreos de pareja veraniegos por una mirada de reojo mal disimulada. El hecho de que vaya en topless y solo cubra sus zonas más íntimas con un tanga negro que le quedaría pequeño a mi sobrina no hace sino avivar aún más las miradas de los individuos que simulamos no mirarla. Y de dos de esos individuos hemos venido a hablar hoy aquí.

A mi lado en la arena tengo a una familia de Logroño (sé que son de allí no porque haya puesto la antena sino porque son vecinos de portal) de las de toda la vida. Están los abuelos, sus dos hijas con sus respectivos maridos y cinco o seis mocosos dando guerra. Dos de esos mocosos, Ander y Teo, tienen en torno a los diez años y por lo que veo están ya en edad de descubrir la tierra prometida. Aunque todavía les queda mucha inocencia por perder pues da gusto ver su falta de complejos a la hora de concentrarse en lo verdaderamente importante.  En vez de disimular con giros de cuello dignos de un contorsionista o esconderse detrás de unas gafas de sol como hacemos los demás Ander y Teo miran fijamente, sin parpadear y con la boca abierta, ese par de melones como dos soles que la providencia ha puesto en su camino. Desde que la tipa apareció y se quitó la camiseta los dos zagales no han apartado ni un segundo la vista de su pecho. Las peras de la pelirroja son más falsas que su color de pelo pero si a mí eso me importa poco creo que a los dos grumetes ojipláticos les debe de sudar la polla también si esos encantos venían de serie o la tipa ha pasado por el taller de chapa. Cuando tienes diez años “más” es siempre mejor. A la pelirroja esos pechos mareantes le deben de haber costado una pasta pues ha sido un trabajito fino. No sé nada de cirugía plástica pero tengo ojos en la cara. La chica es menudita, no debe pesar más de cincuenta kilos, y con esas hechuras ha conseguido encasquetarse un buen par de perolas sin que el resultado sea tan grotesco como si las tetas me las pongo yo. Enhorabuena al cirujano. Casi podrían pasar por naturales si no las delatase el kilométrico canalillo que las separa y esa ingravidez que no se corresponde con la edad que aparenta la pelirroja.

No sé si Ander y Teo a su edad ya se pelan la sardina pero si no se han estrenado aún en las bellas artes hoy se les presenta una ocasión que ni pintada con todo lo que se han llevado de la playa en el disco duro (los ingleses tienen una expresión para estos recuerdos eróticos y lascivos que se guardan en la memoria para sacarlos más tarde ya con las manos ocupadas,  lo llaman el wank-bank, el banco de pajas). Yo si fuese Ander o Teo no lo dudaría y buscando algo de intimidad soñaría despierto con la pelirroja durante un rato por si sonaba la flauta de Bartolo, la de un agujero solo. Y la verdad es que tanto escribir de la tipa esta al final a mí también me…en fin…que os dejo con el mejor fragmento que he pillado al vuelo de una de las conversaciones mantenidas entre Ander y Teo mientras contemplaban sin ningún disimulo a su diosa de la fecundidad:

– Las de tu madre son más grandes…

– Ya pero…

– Ya ya…

Dime algo, que me hace ilusión

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