Me he vuelto a pasar tres días en los Pirineos pero no porque en mi visita de hace un mes me embelesase tanto aquel paraje que necesitase volver, que también, sino porque lo que vi me gustó tanto que quería llevar a mis padres a verlo. Cuando les enseñé las fotos de mi escapada pirenaica noté por sus caras, sus comentarios y el charco de babas en el suelo, que les encantaría conocer aquello. No me extraña, son de secano como yo, nos pones delante una ladera cubierta de hierba fresca y atravesada por un alegre arroyuelo y nos tienes todo el día diciendo “qué bonito, mira mira Julián” o “mira Chon, mira que bonito” y “mira papá, mira mamá, qué bonito”
Llevarme a mis padres de viaje para que conozcan algún sitio es algo que tenía casi olvidado pero que en menos de un año estamos instaurando como costumbre. El pasado verano me los llevé a Andorra y a Cadaqués y después de esta reciente visita a la montaña hemos acordado que si podemos lo próximo serán los Alpes. Estar soltero te deja muuucho tiempo libre y pasarlo con mis padres y no con la botella o delante del ordenador (o con la botella delante del ordenador) es algo que me llena de orgullo y satisfacción, que diría el Borbón. No soy el tipo más familiar de este planeta. Ni el segundo. De hecho soy bastante descastado. Me jode pero es así. Por eso descubrirme ilusionado planeando una escapada con mis padres y no con los colegas o con una moza no puede sorprenderme más. Ni gustarme más.
Según nuestros padres envejecen es curiosa la forma en la que el calcetín se da la vuelta. Ahora somos los vástagos los que empezamos a ayudarlos en su discurrir por el mundo. Tus padres te enseñaron a utilizar un tenedor y tú les enseñas a utilizar el wassap. Te enseñaron a hablar y tu intentas sin éxito que tu padre pronuncie “guguel” y no “gooogleee”. Los ayudas con cualquier trámite que les surja y los acompañas al médico. Empiezas a cuidar de ellos igual que cuidaron ellos de ti. Y con esto solo les devolvemos una pequeña parte de todo lo que les debemos. Yo espero seguir devolviendo lo que les debo durante mucho tiempo, por lo que conlleva y porque resulta que me lo paso bien haciéndolo. Fíjate. Eso sí, para el próximo viaje, y si vamos a ir de nuevo en su coche como ha sido el caso, tengo que acordarme de llevar más musica mía para el trayecto. He estado a un bolero de romper el cd para tener algo con lo que cortarme las venas.