La sangre de Cristo con tres hielos y en vaso ancho

Acabo de llegar a casa tras la comunión de mi sobrina Irene con el cuerpo tan maltrecho como si volviese de guerrear en los Tercios de Flandes. Una comunión en Ciempozuelos no tiene nada que envidiar a una boda gitana o al cumpleaños de Ernesto de Hannover. Vale, nunca me han invitado al cumple de Ernesto pero hace unos años sí que asistí a una boda gitana como fotógrafo y os aseguro que el nivel de alcohol en sangre que corría por mis venas aquel día era muy similar al que ahora me hace ver doble las letras del teclado. Madre mía, hemos acabado todos borrachos menos mi sobrina. Ella ha acabado al borde de la sobredosis de azúcar tras zamparse buena parte de los doce kilos de gominolas dispuestos para la ocasión. Ha costado bajarla del árbol al que se había subido.

Llamadme lunático pero yo creo que la barra libre es el último método de control de la población desarrollado por los que dirigen nuestro devenir desde la sombra. Dale cuatro gintonics cargaditos al Che Guevara y verás como cambia la escopeta por un ukelele. La revolución será abstemia o no será. Yo ahora mismo tengo ganas de todo menos de preocuparme por nada. Lo único que me apetece es pedirme otro pelote. Gracias a Dios no tengo alcohol de alta graduación en casa y he de calmar mis ansias etílicas con unas cervezas baratas del Mercadona. Aunque seis cervezas baratas convalidan por un par de cubatas.

Si tuviese que destacar algo del día de hoy, aparte de las bondades del pescado al horno que hemos degustado en el convite, sería sin duda la agradable sorpresa que ha supuesto escuchar al cura durante algunos momentos de la ceremonia. No me tengo por el discípulo más obediente de Dios, de hecho juraría que he sido el único en toda la iglesia que ha pasado de santiguarse cuando tocaba, pero no he podido evitar el asentir con aprobación mientras escuchaba al párroco diciéndoles a los niños y a todos los presentes que este mundo en el que vivimos dista mucho de ser lo que nos venden. Todos sabemos que hay desigualdad, guerras y hambre en el mundo. Lo sabemos pero miramos hacia otro lado para que la realidad no nos fastidie el cuento de hadas que hemos construido para no volvernos locos. Por eso es de agradecer que delante de una audiencia compuesta en su mayor parte por taconazos de aguja y camisas Ralph Lauren el cura se haya atrevido a hacernos sentir mal por sabernos unos privilegiados en un mundo de mierda.

2 comentarios en “La sangre de Cristo con tres hielos y en vaso ancho

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