En las fiestas de Ciempozuelos los auténticos protagonistas de los festejos, aparte de los ciempozueleños claro, son los Toros de Fuego. Para aquellos que acabáis de torcer el morro pensando que en mi pueblo somos unos salvajes he de aclarar que el toro no sufre, básicamente porque no es un toro. Es un mozo del pueblo que corre por la plaza del ayuntamiento llevando a cuestas una pesada chapa negra semicilíndrica de la que sobresalen dos cuernos. Sobre la chapa lleva un armazón pirotécnico repleto de petardos rastreros que van cayendo al suelo durante la carrera del mozo. El rastrero es ese petardo de un palmo de largo que una vez en el suelo sale disparado en cualquier dirección soltando un chorro de chispas incendiarias. Cuando se le acaba la pólvora deja de dar vueltas como pollo sin cabeza y explota, dejando medio sordo a quien pilla cerca. En el medio minuto que dura su corta vida este petardo se afana en dirigir su chorro abrasador hacia la ropa o la jeta de los lugareños. Ahora que lo pienso a lo mejor sí que somos un poco salvajes en mi pueblo.
Si os cuento esto es porque me he venido arriba con unas cañas pero sobre todo porque anoche reviví algunas de esas chisporroteantes sensaciones a seiscientos kilómetros de Ciempozuelos, en las fiestas de Vila-Seca. Esto de las fiestas de los pueblos me pilla un poquito de vuelta de todo y bastante desganao, no me he dado ni un triste paseo por la feria, pero anoche sí que me decidí a salir para ver el Correfoc. Para los amigos que me leéis desde la meseta os voy a hacer un resumen algo pobre de lo que es un Correfoc. Viene a ser un grupo de personas pertenecientes a una colla (peña) que se disfrazan de diablos y desfilan por las calles del municipio, saltando y bailando bajo el fuego que desprenden los cacharros pirotécnicos que portan. Suelen ir acompañados de imaginería festiva, o sea, bichos fantásticos como dragones y águilas.
Yo no sabía muy bien donde iba pero al final terminé encantado. Pasé un par de horas muy entretenido, tratando de conseguir una buena foto con el móvil mientras esquivaba como podía la lluvia de fuego. La cosa me fue regulín porque un móvil no es el mejor apaño para estos menesteres y porque no me libré de chamuscarme un poco el cogote. Yo que iba de chulito pensando que esas chispas no quemaban y resulta que una de ellas hasta me hizo un agujerito en la pantalla del móvil!!
Hace años flipé pepinillos cuando vi por primera vez a los castellers trepar sobre las espaldas de sus compañeros camino del cielo. Ya os dije entonces y os repito ahora que si queréis emociones fuertes id a una diada castellera y dejad las plazas de toros para los conciertos de rock. Anoche no temí por la vida de nadie como aquel día pero el espectáculo me hizo volver a casa dándole vueltas a una cosa. Y quizá la mejor manera de expresarlo, muy a mi pesar, sea parafraseando a nuestro ex-presidente, “me gustan los catalanes porque hacen cosas”. Yo añadiría que la mayor parte de esas cosas son preciosas.
También me di cuenta de otra cosa anoche. De lo mucho que echo de menos correr los Toros de Fuego de Ciempozuelos.
Pués para San Juan dicen que es preciosa la bajada de falles que hacen en Durro, en la Vall de Boí. Aún no lo he visto, pero lo tengo pendiente… 😊
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Molaría, pero si me costó acercarme al centro de Vila-Seca subir a Boí no sé yo 😅
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