Matu

Aigüestortes

Matu mira la pantalla de su cámara y blasfema en catalán antes de dar un paso en falso hacia atrás y tambalearse un poco. Semejante muestra de inestabilidad viene a confirmar lo que el tufo a vinacho que me ha llegado hace unos segundos me había presagiado. Matu ha dejado hoy bien calentito su taburete en Can Punyetes. Con semejante tajada el tipo parece empeñado en hacerle una foto al letrero tallado en madera que decora la entrada de mi hostal en Sort. Solo hace diez minutos que he llegado al sitio y después de dejar la mochila en mi habitación he salido a echarme un peta en el jardín. Y en esas estaba cuando me ha llegado olor a bodega y he reparado en Matu y sus dificultades técnicas. De noche con flash no le va a salir una foto decente del letrero en la puta vida. Y así se lo hago saber con una voz:

– ¡Quítele el flash!

Matu gira su cabeza hacia mí y después de poner cara de no haber visto nunca antes un ser humano guiña los ojos como tratando de entender lo que le he dicho.

– ¡Que le quite el flash a la cámara!

Matu se acerca la cámara a la cara y la examina de cerca tras lo cual vuelve a mirarme en silencio con ojos vidriosos y la boca medio abierta. Necesita ayuda. Abro la puerta del jardín y me acerco, le pido la cámara, pongo el flash en off, subo el iso, encuadro el letrero, hago una foto y se la enseño. Matu mira la foto y después me mira a mí, cada vez con la boca más abierta y ahora los ojos también. Vuelve a mirar la foto y meneando la cabeza a los lados como si no comprendiese algo me mira de nuevo y me alarga una mano de oso áspera y callosa.

– ¿Com et dius? – me pregunta mientras me desintegra la mano de un apretón.

– Míguel…¿y tú?

– Matu, em dic Matu- contesta antes de ponerme la pantalla de la cámara con mi foto frente a la cara y volver a hablar, bueno, a balbucear.

– Perooo….peroo…co…com?

– Soy fotógrafo- le digo sonriente sin creérmelo ni yo.

Su primera respuesta es asentir con la cabeza y poner morritos beodos de aprobación. Después se suelta y me cuenta que es el vecino de enfrente, que le flipa el nuevo letrero de madera del hostal y que llevaba dos días intentando sacarle una buena foto. Y ya puestos me hace una pequeña bio suya en cero coma. Se llama Enric pero le llaman Matu por el Sargento Matute, el policía de los dibujos de Don Gato. Toda la vida trabajando en el campo y los últimos cinco años de carnicero en el pueblo. Le pega ser carnicero. Matu tiene poquitos años más que yo, mide cerca de dos metros y todo en él es grande. Las manos, la cabeza, la espalda. Y una gran boca que nunca se cierra del todo. Cabe destacar que en ella solo se ve un diente, un incisivo superior que cuelga a modo de estalactita en esa boca cavernosa. Entre su corpachón, su balbuceo gangoso, ese único diente asomándole y los efectos del peta de maria que me acababa de apretar a caraperro os juro que he tenido la sensación de estar hablando con Sloth, el de los Goonies.

Matu parece muy buen tipo y tiene ganas de enrollarse pero yo me he visto ya en su salón bebiéndome su vino y viendo sus fotos de la comunión. Un plan tentador pero me he venido al monte a estar solo. Borrachos ya conozco suficientes y si los necesito sé donde encontrarlos. Si no me encuentran ellos a mí antes como es el caso. Cortésmente me he inventado que necesitaba darme una ducha y he empezado la maniobra de evasión. Matu me ha dado las gracias por la foto, ha vuelto a estrujarme la mano como despedida y cada uno nos hemos ido por nuestro lado. Él supongo que a beber hasta dormirse y yo a escribir su historia.

2 comentarios en “Matu

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