Playa y nada más

La humanidad está planeando ya la conquista de Marte pero aún se nos siguen volando las sombrillas en la playa. No me tengo por un visionario pero ¿a nadie se le ha ocurrido hacer estas sombrillas de un tejido que deje pasar el aire a la vez que dé sombra? Si entre los que me leéis hay algún fabricante de sombrillas de playa le cedo la idea gustoso. Los materiales existen, solo hay que juntarlos coño. Hoy soplaba mucho el Levante y la playa era tan peligrosa como una trinchera de Verdún. La expresión “caían chuzos de punta” describe a la perfección un día de playa con sombrillas voladoras. Si somos incapaces de controlar un palo y un trozo de tela no me quiero imaginar cómo nos va a ir cuando Skynet adquiera consciencia de sí misma y tome el control.

Entre esquivar palos puntiagudos y trotar detrás de las sombrillas de algunos desvalidos jubilados se me ha pasado bastante rápido el ratito que he estado en la playa. Me he dado un chapuzón y he tomado también un poco el sol pero con un ojo abierto para evitar morir empalado. La buena noticia es que ya estoy un poco moreno. La mala noticia es que sólo lo estoy por un lado. Ya sabéis que soy incapaz de tumbarme boca abajo a tomar el sol más de dos minutos. Esto hace que mi bronceado sea un degradado que va desde el tono café con leche en la zona del pecho hasta el tono leche desnatada sin lactosa de mis riñones. Necesitaría mucho tiempo libre y una caja entera de Yurelax para conseguir igualar el color.

Sé que os interesa tanto mi bronceado como a mí el vuestro. Y también sé que la lectora más proactiva de este blog estará pensando “jolín, otra insulsa crónica playera”. Pues sí, això mateix. Me apetecía escribir y en esta época del año mi vida no da más de sí. Escaparme a la playa un rato es lo más apasionante de mi vida confesable. Y me puedo dar con un canto en los dientes porque hoy volaban las sombrillas. Os habéis librado de que os hablase sólo de mi bronceado ying yang.

Para rematar estas líneas poco planificadas no puedo olvidarme de otro de los grandes momentos que me ha deparado el día. Una amarga despedida. Presa del más hondo desconsuelo he dicho adiós a 567 eurazos que han decidido emigrar de mi cuenta camino de las arcas de Hacienda. Y es solo el primer plazo. Mi cuenta corriente también parece una trinchera de Verdún. Muchos planes a medio plazo que apenas habían cobrado forma se empiezan a difuminar como la foto de Marty McFly en Regreso al Futuro.  Toca pensar planes nuevos igual de buenos.

4 comentarios en “Playa y nada más

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