No sé si me quiero tatuar o no

Raro es que en mi cruzada personal contra la crisis de la mediana edad aún no me haya dado por tatuarme. Me gustan bastante los tatus y más de una vez me ha rondado por la cabeza la idea de dibujarme algo en la piel pero hasta la fecha no he encontrado nada que signifique lo suficiente para mí como para llevarlo impreso de aquí hasta que me descomponga. Quizá no es esta la manera de enfocarlo, pues dudo mucho que algunos de los tatus que veo signifiquen gran cosa para sus dueños, pero yo soy bastante exquisito y no me vale cualquier cosa. Cerquita estuve hace unos años de tatuarme este grafiti de Banksy pero al final me bajó la fiebre y solo me compré una sudadera con el dibujo estampado. En Camden, eso sí. Y doy gracias al Dios de los vulgares por semejante decisión pues desde entonces hasta ahora he visto a más de uno que tuvo la misma idea que yo y la llevó a cabo. Sí, aparte de exquisito también voy de exclusivo por la vida. Quiero algo precioso y molón, que trascienda un poquito, con la dosis justa de ironía y que nadie sobre la faz de la tierra haya osado siquiera imaginarse. Esta búsqueda del Santo Grial de los tatuajes es la razón de que siga virgen de tinta hasta el momento. Nada es lo suficiente bueno para mí. Quizá todo se reduzca a que no tengo muy claro si quiero tatuarme o solo me estoy dejando llevar por la corriente. Y probablemente este cuento de que no encuentro nada que me satisfaga no es más que otro mecanismo de autoengaño. Por una vez la procrastinación está de mi parte. Cuando me asalta el impulso de iniciarme en ese rito de tinta y agujas el soufflé no tarda en menguar enfriado por un mar de dudas. Eso me pasa con casi todo. Viajes de ida y vuelta en un día. Lo bueno de ser bipolar a corto plazo es lo malo de ser bipolar a corto plazo.

No sé si me quiero tatuar o no y tampoco sé lo que me tatuaría llegado el caso pero tengo muy claro lo que no me voy a tatuar nunca. Viviendo en la playa y trabajando en un parque de atracciones tengo facilidad para ver torsos masculinos desnudos de varias nacionalidades, muchos de ellos estampados con tatuajes de todo tipo, desde lo flipante a lo esperpéntico. Naves en llamas más allá de Orión y delirios de grandeza con faltas de ortografía. Y aunque unos me gustan más que otros nada tengo que objetar si sus dueños están contentos. Respeto todos los gustos. Menos uno. Bueno, lo respeto pero muy poquito. Y por lo que veo a diario es muy común. Vosotros también estáis hartos de verlos. Me refiero a los tribales de tipo madeja laberíntica acabada en pinchos. Localizados en el brazo en el caso de los machos y en la rabadilla en las hembras. Por no salirme del tema no voy a detenerme en esas rabadillas ya que llegado el caso de tatuarme dudo mucho que lo hiciese en esa zona. Pero los tribales de Hacendado que lleváis en el brazo no los entiendo. Mira que hay cosas bonitas en el mundo para estampártelas en la piel y no se te ha ocurrido ninguna amigo. Es lo mismo que me pasa a mí. Y por eso no me tatuo. Con este tipo de tatuajes menos es más. Más ridículo. Los peores son los pequeños. Ya que te decides a tatuarte una vacuidad hazlo a lo grande hombre, que impresione al menos por la superficie que ocupa. Pero no entiendo qué le pasa por la cabeza a alguien que decide que lo que necesita para estar más a gusto consigo mismo, para darle un cambio a su vida o para molar más, es tatuarse un tribal del tamaño de una pera.

Después de pensar en ello durante un rato que bien a gusto podía haber empleado en algo útil solo se me ocurren dos posibles razones para decidir tatuarte uno de estos diseños a medio camino entre lo celta y lo futurista, tan faltos de significado como simplones y barrocos a la vez. Una razón es que quizá hayas visto a alguien que tiene uno y si culito veo culito quiero. No diciendo gran cosa de ti esta motivación al menos sí revela que sabes un poquito lo que quieres aunque lo que quieres sea un espantajo y lo que te mueva sea la envidia. Es mucho más difícil de explicar la segunda motivación que se me ocurre para cometer tal desatino sobre tu piel. Me refiero a aquellos que se presentan en un estudio de tatuaje como el que va al Pull & Bear. A ver qué hay. No sé cómo va el rollo pero supongo que si eres tan incauto de ir a tatuarte sin saber lo que quieres en el estudio se encargan de enseñarte muchos diseños. Y habías empezado mal pero lo acabas rematando al elegir esa maraña churrigueresca perdida en las páginas de un catálogo con decenas de diseños casi idénticos. ¿Hace cinco minutos no lo habías visto nunca pero ahora ya sabes que lo que quieres llevar impreso en tu piel forever es ese zurullo? Allá tú pero a mí me parece que estás empezando la casa por el tejado. Aunque lo cierto es que dos de cada diez individuos elegís ese tatuaje o uno similar. A lo mejor el equivocado resulta que soy yo. Qué cojones, para nada, los equivocados sois vosotros. Yo apunto muy alto buscando algo que tatuarme pero algunos os quedáis muy cortos permitidme que os diga. Que esto no se puede descambiar.

Si he dicho antes que respeto un poquito este gusto por dichos tatuajes es por curarme en salud. O dicho de otro modo por miedo a las represalias de un tipo que conozco y que lleva uno de estos en el brazo. Es un gran tipo, de corazón y de volumen. También su tatuaje es de los grandes y ya he dicho que los que más manía me dan son los esmirriaos pero no quiero tentar la suerte de enemistarme con alguien cuyo solo nombre ya te hace intuir que lo mejor será no tocarle las bolas. Y aunque no creo que él me esté leyendo si sé que su chica alguna vez se pasa por aquí. Eva, como te chives a Patxi ya no te ajunto.

5 comentarios en “No sé si me quiero tatuar o no

    1. No lo sé, pero como el mío va a ser el mejor tatuaje de la historia de los tatus supongo que en un sitio bien visible…bueno, en la frente no claro…pero bien a la vista. Un beso!!

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  1. Yo soy una de esas que tiene un tribal! jajajaja Pero me lo tomo con filosofía! Al final creo que las cosas tienen la importancia que uno mismo le de…
    Gracias por tus reflexiones!!

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